Me has pedido que haga transparentes las lineas, que pinte de luz la opacidad de mis letras, aunque eras tú quien me enseñó a leer entrelíneas viendo sutilezas en letras ajenas.
Esta es la lectura fácil de los sentimientos difíciles, de lo que jamás sabré traducir a un lenguaje humano y real. Es la puesta en bandeja de mi obra entre bambalinas, de tu papel protagonista y nuestro recién representado tercer acto, en el que saber actuar no es nuestro trabajo, ni lo sabemos hacer, porque a veces nos quedamos en blanco y resurge la realidad, pero el absurdamente escrito guión de esta vida así nos lo exige.
Da la casualidad de que el mismo protagonista de esta obra es quien escribe en el cristal, quien se pone el traje y agarra la maleta en la solitaria estación, dispuesto a marchar en direccion contraria a las vias de este tren;
casualmente también protagonista es la que ilusamente aún miraba a través del cristal de la ventana por si el cuento de princesas y castillos no había terminado, pero que ahora, un tiempo después, cuando ya el frío que provoca el silencio y la soledad congela las letras, se da cuenta de que ya estaba escrito, de que hacía mucho que aquello moría sin remedio, de que la sutileza de no querer dañar el alma retenía el viento helado;
pero ahora sopla gris, y se puede ver claramente en el cristal el epitafio de aquellos días que, teñidos por el color cyan de nuestra bandera, hacían del infinito nuestro efímero hogar.
Pero la vida nunca esta llena de casualidades, sino que son las casualidades las que van construyendo la vida, y entre nosotros las coincidencias han ido hilando capítulos y tejiendo una bonita historia que he ido plasmando aquí día tras día, mecida por el vaiven de este tren que consuela mis recuerdos y empujada por la certeza de que asomas cada día tu delgada tentación por entre las rendijas de la estación.
Sabes? los momentos se etenizan de muchas maneras, por ejemplo con la cámara de fotos del alma, que ya conoces cómo funciona, pero también con letras, que son las que esculpen los sentimientos, y que se escriben para que sólo puedan leerse entrelíneas, como has vuelto a hacer en este nuestro tercer acto, cuando has encontrado una nueva casualidad en esta historia de libro, cuando has recordado lo que nunca sucedió...

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