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lunes, 1 de octubre de 2012

Desde el camerino

Noche de estreno, el cartel es otro.
Empieza de nuevo la función.

Resurge el sonido, las letras ocultas,
las notas que aun ya lejanas, vuelven encendidas.

Se abre el telón, ajado de velar tantas escenas secretas,
sube lentamente y vuelve a mostrar, una vez más, la obra perfecta;
esta vez la interpretación exacta de lo inexacto,
de lo irreal.
Me pregunto quién diablos escribió el guión.
Hay tanta gente en las butacas..

Tras las tablas, con olor a naftalina, dormido,
el texto de aquella obra que derrochaba éxito;
la que puso el teatro en pie durante aquellas tardes
y que llenó de vida el escenario,
la que embriagó a los actores
que ardían interpretando improvisadas escenas escritas con el alma.

Cuesta tan poco contentar al público,
y cuesta tanto mantenerse altiva cuando la verdadera obra duerme entreactos,
cuando aún laten los versos
y quema por dentro,...

Con los ojos bien abiertos, temerosos de si se cierran todo se esfume,
de que todo sea un sueño
y de que el teatro vuelva a enmudecer en el abismo del silencio.

Con el telón arriba,
la máscara puesta y el papel aprendido.

Aplausos en el primer acto.

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