Nuestras
palabras hoy han regado de hiel la tierra árida que pedía beber.
Tenía
sed, envidiosa del manantial de versos que escribiamos con nuestras
miradas, abrazos y caricias,... con nuestras canciones.
Necesitaba
que le dieramos de beber aquellas nuestras gotas del rocio que un dia
comenzaron a manar en algun rincon durante un mes de febrero, y que
humedecía nuestros labios en cada encuentro.
Pero
no hemos podido darlo todo; y nos hemos guardado la dulzura del agua
que nos daba vida, y hemos regado “aquello que aceptamos por
verdad” con hiel, con la amargura intensa que provoca lo que
irremediablemente ha de morir.
Ahora
ya no oimos los ruegos, ni el crujido al resquebrajarse la sequedad;
ya no sentimos el deber de dar lo que nos queremos quedar, lo que
hemos creado solo nosotros, aquello que queda guardado en un frasco de cristal, para poder observar
su transparencia, el movimiento etéreo de los recuerdos, dulces,
encantados, su sonriente sonido, la calidez de sus burbujas, ...
Quedan
en el papel cientos de letras, palabras inconexas e ideas esperando a
ser convertidas en guiones que plasmen la bella historia de este amor, la de aquella pelicula que nunca vimos.
Palabras
cargadas de emociones, de cosquillas en los dedos, de tachaduras en
el alma. Aquí terminan. Letras que me han quitado más de lo que me han dado, que me han robado mi más preciado tesoro.
Y
al pasar las horas clama la noche... se cierran las puertas y se hace
el silencio.... y mi dia sigue aquí.