En el letargo de las noches sumergidas,
olor a madurez, a tiempo y a libertad.
No hay fuertes corrientes que mezclen las letras,
no hay sitio en la luz de las mañanas para el reposo,
no hay miedos,
ni soplos de sueños,
ni siquiera mana la miel de la fuente infinita;
sólo hay silencio. Calma. Quietud.