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miércoles, 23 de enero de 2013

Sal de enero

Sal de enero, aun llevo tu sabor en mi paladar,
sabes a vino y a mar, a luz del amanecer,
a frío en la arena y calor en el pecho.

Pasas latiendo al compás de los minutos de este reloj en blanco,
sellando las imágenes que quedaron en el album del alma.

Hueles a madera, a piedra desgastada y a calles bulliciosas;
hueles a perfume en el abrigo de la piel,
a risas y a noche tibia,
a sorpresa y a tentación.

Enero,
tú que haces que fluyan lágrimas sin penas,
tú que corres a velocidad inversamente proporcional al tiempo,
y hablas con guiones sin palabras,
con sutiles letras ideadas en tus noches sin sueño.

Sólo tú surcas cauces de ríos para hacer fuerte la corriente,
y que lleve la música adonde se comparten los momentos.
Sostienes preguntas sabiendo que no hay respuestas,
e incitas a cerrar los ojos y a cambiar la ley por un beso.

Enero desordenado,
sigues corriendo en ese tren que no para nunca,
el mes con más suerte del calendario

Tienes días de sueños en palacios,
esperando el sonido de caballos que a galope se acerquen triunfantes;
días donde el sol baña la quietud de un alto paisaje,
donde las estrellas y luceros describen dónde soltar las riendas,
dónde perderse e improvisar;

Esencia de enero, sal que guarda recelosas las quietas salinas,
sabes tan dulce, sabes tanto a recuerdos...

lunes, 14 de enero de 2013

Palabras

Cuántas veces hemos encontrado respuestas sin saberlo, con sólo rodear las ideas.
El don de poder dar explicar y dar sentido a los hechos, a los sentimientos, a las ideas y las imágenes; a las historias, a los pensamientos y a las dudas...
y trasmitir todo ello, sacarlo de lo más recóndito, y poderlo compartir.

Siempre menosprecié el valor de las palabras, y hoy me retraigo y recojo el rastro de experiencias vividas, donde han llenado líneas enteras de vivencias que no habría podido inmortalizar de otro modo, pues el alma borra los recuerdos que dañan.
He aprendido que son el telar donde, con los que nos rodean, tejemos a veces los más hermosos tejidos, sedosos y livianos, o finos, con oro y seda, a veces los más ásperos.

Tan poderosas que pueden cortar como afiladas hojas y marcar con cicatrices eternas, o pueden hacer caer grandes torres de sólida piedra... Pueden crear, sanar, liberar energía y dar equilibrio.
Y a la vez tan débiles que pueden ser simples etiquetas imposibles de sentimientos que persisten aunque cambien de etiqueta; tan débiles que puede llevárselas el viento cuando sopla fuerte en nombre del amor, de la amistad o del dolor.

A veces callamos porque creemos que sobran las palabras, sin darnos cuenta que en realidad son la espada invisible para luchar contra los demonios del miedo, la intoleracia o la incomprensión.

Y en cambio, callamos.