jueves, 17 de noviembre de 2011
Satén
Aquella cortina invitaba a entrar; el viento se alió contigo para atraerme hasta allí con pasos firmes que laurearon el triunfo de tu provocación.
Aguardabas impaciente, y me recibiste acercándote con cautela pero con descaro, con la misma insolencia que cautivó mis sentidos y cegó mi censura horas antes...
satén en tus labios, la sensualidad de los detalles descuidados que inocentes abrieron miles de puertas en mi aquella noche.
Tus dedos se convirtieron en cuerdas que tocaban las melodías mas dulces, y que se podían rasguear sacando de ellos suaves notas iluminadas de neón;
tu sonrisa, eterna y pícara siempre acompañando nuestras acompasadas letras;
tu mirada fija en mi mirada mientras tu mente bordaba los más perversos dibujos y desentrañaba deseos recónditos desde lo más profundo, bailando en mi cuerpo sin pudor.
Tu cuerpo adornaba la sombra,
suave y firme,
indecentemente perfecto.
Limpias y cándidas palabras que rellenaban los huecos del silencio, y que adormecían mi cuerpo tenso con la tibieza de una caricia,
tus huellas, las que dejaste en mi cuerpo y en mi mente y que durante horas te dedicaste a grabar con la constancia lenta, sutil y sedosa de quien conoce el lugar donde posar su alma.
Satén que ha dulcificado mi ansia con la única arma de un roce
suave brisa joven que has perfumado mi mente...
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